La Marioneta

Tengo sed.
Siempre me pasa minutos antes de sentir el primer tirón, el que me indica que ya falta poco para salir y entonces voy sintiendo la tensión en cada rincón del cuerpo y tengo sed.
Falta poco, se van tenzando todas las cuerdas que me animan, las piernas, las muñecas, la cabeza – sobre todo la cabeza – ensayan los primeros movimientos.
Doy algunos pasos y parece que estoy bailando al ritmo de una música que solo vive en mi memoria.
Recuerdo los comienzos, cuando la cáscara de madera aún no me encerraba el alma, cuando mi piel sentía y añoraba el contacto con los otros antes de convertirse en una pátina lustrosa, impenetrable.
Nuevamente me sacude un tirón, hace tiempo que he resignado mi voluntad y ahora, hasta agradezco estas cuerdas que me hacen sentir vivo por lo menos unas horas por día. Este torpe bailoteo de muñeco es todo lo que tengo, respondo al designio de mi dueño, estas luces que me esperan y el aplauso es todo lo que espero, así como la oscuridad y la inacción de los piolines son mi castigo.
Siempre siento esa omnipresencia y cuando percibo los primeros tirones, casi sin pensarlo empiezo a recitar mis lineas nerviosamente... testigo clave...testigo clave.
Pero debo decir que el circo ya no es el mismo, antes actuábamos a sala llena, aplaudían de pie nuestras morisquetas y la gente salía tan conforme que repetía por varios días nuestras ocurrencias en la calle. Trabajábamos en la penumbra, con hilos invisibles y prolijamente maquillados, estaba todo tan cuidado que el público creía que éramos reales, que nadie guiaba nuestros pasos, que la voz que oían era la nuestra y no la voz de nuestro amo.
Qué ironía, al titiritero hay un demonio que le muerde la garganta y sólo puede hablar a través de nosotros, somos su voz multiplicada en miles de tonos diferentes pero siempre con las mismas cuidadas y precisas palabras.

---testigo clave...el caso del que habla el pais...testigo clave...

No tengo que olvidarme.
Hace algún tiempo que presiento que algo ha cambiado, las cuerdas están cada vez más tensas, los tirones son más bruscos, tanto que nuestros movimientos se han vuelto burdos, grotescos, desprolijos. Estoy seguro que es por lo de la luz, porque desde que dejamos de trabajar en la penumbra mucha gente, que antes nos aplaudía, descubrió las cuerdas que nos movían y parece que fue muy grande el desencanto. Los entiendo, es como si la magia se hubiera perdido y nuestro dueño lo sabe, por eso nos mueve nerviosamente, nos apura y se ensucia el espectáculo.
A veces lo siento maldecir por lo bajo, está furioso y ya no intenta disimularlo. Desde que alguien encendió la luz y dejó al descubierto el brillo de los cordeles, desde que el escenario empezó a mostrar sus grietas y telones sucios, desde que la gente dejó de llenar la sala, su humor ha cambiado, su seguridad, su sensación de poder incuestionable. Porque ahora empezaron las preguntas, yo las escucho mientras cuelgo de una percha esperando mi turno, un murmullo inquieto que antes no existía, el show se ha deslucido y no sé si volveremos a ser los de antes.
Testigo clave...el caso del que habla el país...testigo clave...
Ya es el momento, cambio de escenario pero idéntico discurso, vuelven las marionetas a su gancho en la pared, descansan el trajinar de la madera hasta que sus cuerdas se tencen otra vez. Ahora me toca a mí, siento ese ardor en el pecho como un reflejo lejano de lo que alguna vez fui, siento en mis muñecas el desprecio del amo, su rabia, su agonía. Las luces cada día parecen más brillantes, se que se me van a hacer visibles los piolines pero ya no hay tiempo, no se puede volver atrás. Hay muchas sillas vacías pero el show debe continuar, porque siempre habrá quien no se canse de aplaudirnos aunque el engaño se haga evidente, son esos benditos que siempre tienen ganas de creer la fantochada, para poder repetir todavía nuestros delirios en la calle.
A veces me gusta pensar que las marionetas son ellos. el público, y no puedo dejar de sonreir.
Un tirón enérgico me endereza la cabeza, con paso tembloroso pero fingiendo seguridad salgo al escenario, la luz me da de lleno pero finjo que no existe, que aún me muevo en la penumbra.

– Buenas noches, hoy con un testigo clave del caso del que habla todo el país !

Tengo sed.

------alejandro ippolito-------

Es un escritor que descubrí hace poco, un texto mejor que el otro, una pluma privilegiada